14 juin 2012

Cómo llegué a Lora del Río, a orillas del Guadalquivir

© Fotos William Navarrete 

Los de América somos el resultado de una mezcla de gentes venidas de otras tierras. Es difícil rastrear nuestros orígenes cuando tenemos ancestros de varias regiones de Europa. Mis dieciséis tatarabuelos vienen de lugares tan disímiles como Cirat (Castellón), Oñate (País Vasco), Lora del Río (Andalucía), Holguín (Cuba), Santa Clara (Cuba), Mazo (isla de La Palma, Canarias), Santa Cruz de Tenerife (Canarias), Rivesaltes (Languedoc, Francia) y San Nicolás de Bari (Cuba). El tema se complica cuando busco a los ancestros de los tatarabuelos nacidos ya en Cuba. Entonces, el abanico de regiones de va abriendo y aparece Soria (Castilla), el Obispado de Tui (Galicia), Agüimes (Gran Canaria), Villafranca (actual Villefranche, en épocas en que pertenecía a Italia), etc., etc.

El caso es que nunca hubiera visitado Lora del Río, hermoso pueblo de la provincia de Sevilla, a orillas del Guadalquivir, si no hubiera sido que en él nació José Martín Corona, el abuelo materno de mi abuelo Joaquín Navarrete Martín. Como sucede con muchos pueblos españoles, los libros de la iglesia fueron quemados durante la guerra civil española y como el Registro Civil comienza a partir de 1870 aproximadamente no queda otra alternativa que echar mano a los Padrones (Censos) de Vecinos que, en caso de que se conserven, permiten reconstituir a la familia.

En Lora fue emocionante encontrar a los descendientes de hermanos de mi tatarabuelo, visitar la casa familiar en la calle Santa María, con su hermoso patio andaluz detrás de una sobria fachada de blanco inmaculado. Sin el Padrón de Vecinos esta tarea hubiese resultado imposible. Durante mi estancia en el pueblo pude apreciar su elegante arquitectura: la llamada Casa de la Virgen (una casona señorial de imponente fachada), la iglesia Nuestra Señora de la Asunción (en donde fueron bautizados los ancestros de esta rama), la hermosa Plaza de España que precede al Ayuntamiento, la Ermita de Santa Ana (actual Biblioteca), el puente romano, el castillo, otras iglesias y conventos, etc.

Tal vez nunca se me hubiese ocurrido andar por estos parajes, pues casi siempre vamos a pueblos más conocidos, atractivos o, simplemente turísticos. En mi caso, recorrer la España de los ancestros ha sido, casi siempre, una puerta abierta no sólo a lo desconocido, sino a lo auténtico; o sea, a un país del que no hablan las guías de turismo y que vibra al ritmo de la vida cotidiana de su gente. 

En el número 65 de la calle Santa María, de Lora del Río, vivían en 1840 Antonio Martín Navarro y Josefa Corona, los padres de José Martín Corona, mi tatarabuelo militar. Consta en el Padrón de Vecinos de Lora del Río, de ese año, en que José (nacido en 1841) no había nacido aún. Nótese el estado de este libro debido a una bala perdida durante la guerra civil.


En 1858, según el Padrón de Vecinos de Lora del Río, vivían aún en esa casa los padres de José Martín Corona (uno de mis tatarabuelos). Aparecen en el Censo este último, mientras que los restantes hermanos (ya casados) viven en otras casas del pueblo.

La iglesia Nuestra Señora de la Asunción, de Lora del Río.

La iglesia Nuestra Señora de la Asunción, de Lora del Río

Ayuntamiento de Lora del Río

Casa de las Columnas o de la Virgen, en Lora del Río

Plaza de Andalucía, Lora del Río

Ermita Santa Ana, Lora del Río