8 sept. 2010

Maître Auguste Escoffier, Villeneuve-Loubet y La Pêche Melba

Bajo un cielo impecablemente azul y 31° C dediqué mi día de hoy a Villeneuve-Loubet, un pueblo azureño más si no fuera porque en él nació el gran Auguste Escoffier (1846-1935), maestro internacional de la alta cocina francesa y creador de un gran numero de platos y postres que todavía hoy nos deleitan el paladar. Nacido en este pueblo de la Riviera Francesa, Escoffier se asoció a César Ritz (exactly, el de los hoteles Ritz) para trabajar en Londres a la paga de un noble (Sir Richard d'Oilly Carte), uno como chef de cocina de su Hotel Savoy y el otro, como director del mismo. Pero, en 1897 los echaron a los dos: a Ritz por robarse los vinos y rones caros de la bodega del hotel y a Escoffier por hacerse el bobo y no hacerles el cuento. Como no hay mal que por bien no venga, al año siguiente Ritz estaba ya inaugurando su luego muy célebre hotel de la Plaza Vendôme en París y Escoffier alcanzaba sus letras de nobleza para el Carlton de Londres.
Cuando uno termina de visitar la Casa-Museo de Escoffier en Villeneuve-Loubet le dan unas irresistibles ganas de comerse una Pêche-Melba, ese delicioso postre inventando por el Maestro y compuesto de helado de vainilla, melocotones blancos naturales en almíbar hecha en casa y "coulis" de frambuesas. Pero, oh infortunio!, la Pêche-Melba que sirven hoy día (cuando la incluyen en alguna carta) es una mala farsa con respecto a la receta original. De modo que, helado de vainilla en mano, vainilla en extracto, melocotones naturales y blancos que logré comprar en el pueblito vecino de Haut-de-Cagnes y "coulis" de frambuesas que encontré en el Gourmet Lafayette de la Place Massena, en Niza, me lancé a hacer la Pêche-Melba respetando la receta de Escoffier. Resultado: un semi-fracaso porque cometí un error imperdonable al echar los melocotones calientes por culpa del almíbar sobre el helado de vainilla. Era el sabor pero no la imagen. Como en este blog sólo se ponen fotos bellas no pondré la de mi Pêche-Melba de esta noche, pero mañana preparen saliva que la repito con foto y todo (y de paso doy la receta tal y como la escribió Escoffier).

La casa natal de Auguste Scoffier, en Villeneuve-Loubet, Côte d'Azur.

Una cocina "a la Escoffier" en su casa natal-museo, en Villeneuve-Loubet.

Este menu patriótico del Carlton de Londres de 1916 (con respecto a la guerra del 14) es una gozadera. Los que entiendan bien francés pinchen para que se rían. Desgraciadamente no tengo tiempo (ni ganas) de ponerme a traducir.

El tremendón Ras Tafari Makonnen (o sea, Haile Selassié), entonces Regente del Imperio y heredero del trono de Etiopía halagaba en Palacio, en 1928, a sus huéspedes -y se autohalagaba de paso-, con esta carta: hors d'oeuvre variés, velouté à la Reine, homard au gratin, vol-au-vent à la financière, suprême de volaille marechale, filet de bouef rôti, haricots verts à l'anglaise (esto es lo que menos me gusta), pâté de foie-gras truffé à la gelée de Porto, salade de saison (esto también se lo puedo regalar, si insiste, al vecino), charlotte russe au chocolat, fruits d'Abyssinie, café Moka y como bebidas: Château Lafite-Rothschild (con una sola efe, si no no es el bueno), Château Climens (otro bordeaux) y Brut Impérial (que no es más que Moët et Chandon, indiscutiblemente the best). Establecer diferencias con el menu que sigue.

Hace un mes en este blog puse la carta del Louis XV, de Alain Ducasse, en el Hôtel de Paris en Mónaco. Sugería ir con el bolsillo bien lleno y el paladar bien alerta para probar las exquisitas propuestas del chef. Pero como se sabe, no siempre Europa ha sido un oasis de paz. En plena II Guerra Mundial, exactamente el 10 de abril de 1944, ésta era la carta que proponía ese célebre hotel monegasco: 100 gramos de pan, 90 gramos de carne roja (en una cosa dudosa que llaman "carbonada flamenca"), 5 gramos de mantequilla con un (deplorable) velouté de espinacas y de postre... ni averigües.

Un poco de Villeneuve-Loubet:

La iglesia de Villeneuve-Loubet. Los higos más dulces que me he comido en mi vida los arranqué de una mata en frente de la iglesia. No se lo digan a nadie que desguasan a la pobre mata.

La modesta capilla de Notre-Dame-de-la-Espérance, à Villeneuve-Loubet.

El paisaje alpino como telón de fondo desde la plazuela de la Capilla de Nuestra Esperanza, en Villeneuve-Loubet.